CRIMENES DE LESA HUMANIDAD EN LA GUERRA DE MALVINAS.


Soldados argentinos tras la rendición, el 14/06/1982.

    En esos oscuros y helados días de abril a junio de 1.982, las partes beligerantes cometieron numerosos abusos y crímenes de guerra y/o lesa humanidad. En el siguiente capítulo se presentan algunos ejemplos. 
Ernesto Russo.

Diversos crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos han sido acreditados contra tropas argentinas, cometidos por tropas británicas o superiores militares argentinos. Los juicios por delitos en la guerra de las Malvinas son procesos judiciales cursados tanto en Argentina como en Reino Unido. Fueron una serie de juicios militares llevados a cabo en Argentina en 2009 para determinar la validez de reclamos efectuados contra oficiales y suboficiales por conspiración, tortura y maltrato a los soldados conscriptos durante la guerra de las Malvinas en el año 1982. El primer acontecimiento implicó acusaciones relacionadas con agentes del ejército argentino y suboficiales que fueron acusados por castigos a sus tropas después de la batalla de Pradera del Ganso. 

"Nuestros propios oficiales eran nuestros peores enemigos”, dice Ernesto Alonso, el presidente del CECIM (Centro de Ex Combatientes de Islas Malvinas), fundado por Rodolfo Carrizo y otro soldado conscripto que comisionaba en el Regimiento de Infantería Mecanizado 7, ubicado en la Ciudad de La Plata. “Se servían whisky de los pubs, pero no estaban preparados para la guerra. Desaparecieron cuando las cosas se pusieron serias. Muchos de los oficiales habían trabajado previamente como torturadores para la dictadura argentina. Nos usaron a nosotros, los reclutas, para sus fantasías sádicas”.

El veterano José M. Araníbar, que apoyó la investigación que llegó a la Justicia, comentó a El Mundo que “esta megacausa contiene todos los delitos: vejámenes, torturas, servidumbre, heridas graves, abandono de persona e incluso dos muertes; la de un soldado (Rito Portillo) que al parecer fue fusilado por un cabo y otro (Remigio Fernández) que murió de hambre al ser abandonado”. En 2012, el entonces gobernador militar de las Malvinas, el general de brigada en retiro Mario Benjamín Menéndez, defendió el uso de estaqueos diciendo que eran “parte de las acciones disciplinarias del ejército en ese momento, Hay que estar muy seguro de lo que fue porque, por ejemplo, existe un castigo en el Código de Justicia Militar que se llama ´calabozo de campaña´ y la sensación que yo tengo, por lo que he escuchado, es que lo que se aplicó en algunos casos fue (este procedimiento)”.

Investigaciones y causas en Argentina

Al menos cuatro soldados argentinos fueron fusilados en la Batalla de Monte Longdon, realizada entre el 11 y 12 de junio de 1982, aseguró un excabo del Ejército Británico en su libro Excursion To Hell (Bloomsbury, 1991). En 1993, el presidente Carlos Saúl Menem ordenó al Ministro de Defensa investigar las denuncias sobre fusilamientos de soldados argentinos en las Malvinas. Se formó la Comisión Investigadora de Crímenes de Guerra Británicos. Julia Solanas Pacheco, integrante de la comisión que investigó posibles asesinatos de soldados argentinos, declaró que se cometieron “graves violaciones”, por parte de las tropas británicas; entre ellas “el asesinato de soldados heridos”. En esta carga final se registraron, según la denuncia efectuada por los veteranos de guerra argentinos, que fue confirmada en 1994 por la Comisión Investigadora de Crímenes de Guerra Británicos, siete casos de fusilamientos de prisioneros de guerra y soldados argentinos heridos capturados en Monte Longdon. Según el cabo Gustavo Pedemonte de la Compañía B del Regimiento 7, “Era una noche muy clara estrellada e iluminada por las bengalas inglesas por lo que pude ver perfectamente cuando varios ingleses fusilaban a un soldado que había caído herido. Mi visión era perfecta.”  El soldado Néstor Flores afirma ver cómo paracaidistas británicos remataban a dos soldados conscriptos heridos (Ramón Quintana y Donato Gramisci) en la acción de monte Longdon. En 2007 el Centro de Ex Combatientes de Malvinas (CECIM) presentó una denuncia ante el Juzgado Federal de Río Grande (Tierra del Fuego), con más de 120 casos de torturas, estaqueamientos, violaciones y otros tratos inhumanos, contra los soldados argentinos que combatieron en la guerra. La denuncia incluyó el homicidio del soldado Remigio Fernández por inanición. Uno de los soldados conscriptos del Regimiento 12, Oscar Núñez, dijo que: “Nuestra compañía de combate estaba en la primera línea, y había dificultades para que nos llegara la comida. Un compañero nuestro, Segundino Riquelme, murió por desnutrición. Producto de esa muerte nosotros decidimos buscar algo para comer; había una oveja ahí cerca, habrá sido a 40 o 50 metros, y con otros dos soldados, decidimos matarla. En el momento en que estábamos carneando la oveja apareció Malacalza, que era el jefe de nuestra sección. Primero nos insultó, después nos hizo hacer saltos de rana. Nos sacó la oveja y nos dijo que nos iba a estaquear, lo que efectivamente hizo”. En una entrevista con el diario británico The Times, Núñez dice que Malacalza estuvo acompañado por algunos compañeros conscriptos que con mucho gusto repartieron la paliza que ambos recibieron que incluyó varias patadas antes que fueran estaqueados. En febrero de 2015, uno de los militares imputados, el suboficial Jorge Eduardo Taranto, logró que en su caso la Corte Suprema, en un fallo polémico, cerrara la investigación judicial, al rechazar el recurso extraordinario que cuestionaba un fallo de la Cámara declarando la prescripción, argumentando que no se trataban de delitos de lesa humanidad, sino de delitos comunes. En 2018 el fiscal de la causa solicitó la declaración indagatoria y finalmente la detención de 26 militares por considerar que existía semiplena prueba de que habían cometido al menos 22 casos de torturas y un homicidio. Tanto las víctimas como los militares acusados pertenecían al Regimiento de Infantería 5 de Paso de los Libres, provincia de Corrientes, perteneciente a la III Brigada de Infantería, al mando del general Omar Edgardo Parada. Un año después, hacia septiembre de 2019, el juez de la causa aún no había citado a declarar a ninguno de los imputados. Sobre el presunto homicidio de Remigio Fernández en Puerto Howard, el Teniente Dardo Raúl López del Regimiento 5 ha explicado lo que realmente pasó con el soldado conscripto:  “Recuerdo a ese soldado que al no poder ser evacuado para su mejor atención, debió permanecer internado en el hospital de Puerto Yapeyú, que antes nuestra llegada a ese lugar de las islas era el club de los Kelpers. Al verlo acostado en una cama en el hospital tuve la misma sensación que cuando cierta vez por televisión observe un documental sobre niños de Biafra desnutridos, con el abdomen hinchado y con los huesos prácticamente expuestos, con una muy delgada capa de piel cubriéndolos. En el caso de mi soldado, la gran carga emocional que seguramente sufrió por todas las tensiones e incertidumbres, le produjo esa fatiga de combate que en definitiva y de manera inconsciente lo indujo a no querer vivir más. Tal era su estado que su cuerpo no asimilaba ni el suero con el que pretendían alimentarlo”. En 2013 se inició, también ante el Juzgado Federal de Río Grande, la investigación de las denuncias contra militares británicos, por violaciones de derechos humanos durante la guerra, en perjuicio de tropas argentinas. Los militares ingleses denunciados son Gary Louis Sturge, John Pettinger, Stewart MacLauglin y Kevin Connery. También en contravención de la Convención de Ginebra, los vengativos paracaidistas británicos negaron a los muertos argentinos un entierro apropiado, a pesar de que todos los oficiales y suboficiales tenían chapas de identificación metálicas y todos los conscriptos tenían tarjetas plásticas de identificación (Documento Nacional de Identidad o DNI), fotos de familiares, sus nombres garabateados en su equipo militar y cartas en sus bolsillos (envueltos en plástico) para ayudar a identificarlos. El Coronel del Ejército Británico Geoffrey Cardozo, que finalmente pudo identificar y dar a los caídos de los Regimientos 7, 12 y 25 (que enfrentaron a los paracaidistas) una sepultura con honores militares 35 años después, ha admitido que las pertenencias personales de los soldados conscriptos y muy a menudo las chapas metálicas de sus superiores ayudaron a identificar a la gran mayoría de los 121 soldados, suboficiales y oficiales argentinos que anteriormente se informaban ser “Soldado Argentino Solo Conocido por Dios”. 

Investigaciones y causas en el Reino Unido

Desde comienzos de la década de 1990 se realizaron denuncias e investigaciones oficiales sobre eventuales delitos aberrantes cometidos por las tropas británicas contra tropas argentinas. En 1991 se publicó en el Reino Unido el libro Excursion tu Hell (traducido al español como Los dos lados del infierno), escrito por Vincent Bramley, quien combatiera en la guerra como suboficial (lance corporal) británico, en el Regimiento de Paracaidistas, conocidos como los “paras”. En el borrador del libro, Bramley incluyó un relato sobre el asesinato de varios prisioneros argentinos luego de la batalla del monte Longdon, que luego quitó de la versión publicada. El párrafo, que fue publicado en una versión periodística previa, decía lo siguiente: “De repente escuchamos gritos, un agudo “Mamá, mamá”. Se escuchó un disparo sordo y vimos a un argentino caer al precipicio. Un grupo de nuestros muchachos había reunido a algunos prisioneros argies en un acantilado donde habíamos cavado un foso para sus muertos. Ahora, con la batalla terminada, disparaban a los prisioneros y los derribaban para enterrarlos. Fue un ultraje y los oficiales de mayor rango intervinieron inmediatamente antes de que las ejecuciones pudieran salirse de control. Pero en el caldero de emociones después de la batalla, decidieron no tomar más medidas. Los tribunales marciales eran lo último que necesitábamos. Hubo más gritos y (un oficial) se levantó de un salto y vio morir al siguiente soldado con una bala en la cabeza. Un par de chicos corrieron hacia la zona. Debajo de la línea del acantilado, un grupo de nuestros muchachos enterraba a los argies “muertos en batalla” que habían sido elegidos para este propósito”. 

Ante las serias evidencias existentes sobre el asesinato de prisioneros, en 1992 el procurador general del Reino Unido, Nicholas Lyell, abrió una investigación oficial sobre los crímenes denunciados. La investigación se extendió durante 18 meses y en su curso se identificaron otros casos:

• La muerte del soldado conscripto Rodolfo González Arzac, causada por un disparo del paracaidista Gary Louis Sturge, cuando el soldado argentino estaba detenido y herido;

• La grave lesión en la cabeza del cabo José Carrizo, causada por dos tiros disparados por el sargento John Pettinger, cuando había sido tomado prisionero;

• La mutilación de orejas de soldados argentinos muertos, realizadas por el cabo Stewart MacLauglin;

• La mutilación del soldado Raúl Vallejo y la muerte de varios soldados argentinos al estallar las municiones que esos soldados eran obligados a transportar luego de ser tomados prisioneros.

Una vez concluidas las investigaciones, en 1994, la directora de Enjuiciamientos Públicos, Barbara Mills, bajo fuerte presión de las Fuerzas Armadas y otros estamentos del Estado, dispuso no imputar ningún crimen a ninguno de los militares británicos investigados, alegando que no había suficiente evidencia y que quienes habían luchado por el reino merecían el beneficio de la duda.  Los soldados paracaidistas británicos también hicieron un uso extensivo de granadas de fósforo blanco en los combates terrestres (prohibidos por la Convención de Ginebra) resultando en las muertes de los soldados conscriptos Marcelo Daniel Massad y Ricardo Horacio Herrera mientras operaban un radar de vigilancia terrestre Rasit en monte Longdon para eliminar posiciones defensivas argentinas, ya que el suelo turbio en el que se construyeron tendía a disminuir el impacto de las granadas de fragmentación. El diario británico «The Independent» también señaló como responsable de crímenes de guerra contra soldados argentinos en la Batalla de Pradera del Ganso a un piloto de helicóptero británico, quien rehusó evacuar a un malherido joven soldado conscripto, Horacio Giraudo del Regimiento 25, quien poco tiempo después falleció por falta de atención médica. Según Guillermo Nelson Huircapan: “Murieron varios soldados sin atención médica. En el amanecer del 29 pudieron los ingleses traer sus helicópteros, donde los prisioneros y heridos fuimos trasladados al hospital de Bahía Ajax. Yo tenía la oreja y el cuero cabelludo lastimados por el estallido de esquirlas, pero no era nada comparado a otros heridos que la estaban pasando mal. Nos llevaron a Puerto San Carlos y al otro día nos embarcaron en el buque Saint Edmund”.  El oficial médico del 2 PARA, capitán Steve Hughes confirmaría más tarde que todos los pilotos de helicópteros británicos se negaron a evacuar a los heridos argentinos durante todo el día del 28 de mayo tras la muerte del teniente Richard Nunn cuando su helicóptero sanitario Scout fue derribado por un Pucará. El otro caso que salió a la luz en 1993 es el del soldado paracaidista fallecido David Parr quien aunque demostró coraje en la Batalla de Pradera del Ganso fue privado de reconocimiento militar por sus colegas debido a la grosera colección de orejas que había arrancado a los muertos del Regimiento 12. También existe el caso del Teniente Robert Lawrence del 2.º Batallón de Guardias Escoceses que mató a sangre fría en Monte Tumbledown a un soldado argentino herido a bayonetazos. Según el Mayor Bob Leitch fueron en realidad dos los soldados conscriptos argentinos bayoneteados sin piedad al final de los combates en Tumbledown: “Bajo este alero bajo, una Argie muerto con un abrigo gris estaba atascado horizontalmente en una profunda grieta en las rocas. Le habían disparado por la espalda, o tal vez lo habían clavado con una bayoneta y luego le dispararon para liberar la bayoneta. Dos de los prisioneros argentinos consiguieron cuerdas y lo sacaron amarrando la cabeza y el tobillo. Entonces apareció otro tipo debajo, que había recibido un disparo. Parece que el primer hombre después de que le dispararon a su compañero, lo había empujado a la hendidura de la roca. Luego, cuando las guardias escoceses aparecieron corriendo por sus posiciones, él se tumbó por encima para protegerlo, y alguien lo mató, dejando que el primer hombre muriera más tarde … Pensé cómo podrían hacer esto, bastardos: matar a un tipo indefenso mientras protege a su compañero”.  Otro soldado paracaidista que nombran los historiadores Adrian Weale y Christian Jennings en su libro Green-Eyed Boys (HarperCollins, 1996) es Kevin Connery que, supuestamente por piedad, ejecuta a tres soldados conscriptos argentinos heridos que yacían a sus pies, que agonizaban y pedían ayuda hacia el final de la Batalla de Monte Longdon. En 2012, el soldado paracaidista Tony Banks confirmó el fusilamiento de un soldado conscripto argentino capturado durante la Batalla de Wireless Ridge. 

Referencias

• Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas.

• «Confirman el Juzgamiento por torturas en Malvinas». Clarín. 27/06/2009.

• «Malvinas- Delitos de Lesa Humanidad».

• «Torturas en Malvinas presentación en la CIDH». 03-03-2015.

Macintyre, Donald: «Falklands 'war crimes' claim: MoD investigates allegations that Paras shot Argentine prisoners». (16 de agosto de 1992).

Tudhy, William: «Britons Divided by Probe Into Alleged Falklands Atrocities : An exsoldier’s memoirs have reopened an incident in the 1982 war against the occupying Argentines. Charges involve killing prisoners and the cutting off of ears as trophies». (31 de diciembre de 1993).

Fotografía: crédito a quien corresponda.

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