NUEVA GUERRA FRÍA.

   El colapso de la URSS en 1.991 hizo creer a muchos que la Guerra Fría había terminado con clara ventaja de la OTAN. Sin embargo, empezó una nueva Guerra Fría que ahora involucra nuevas potencias.

Ernesto Russo.


Mapa localizador de las tres potencias de la hipotética Segunda Guerra Fría: Estados Unidos de América, Federación de Rusia y República Popular China.


 Nueva Guerra Fría, Segunda Guerra Fría o Guerra Fría 2.0 (en inglés: New Cold War, también referida como Cold War II, Cold War Redux o Cold War 2.0 son términos utilizados (como paralelismo a la Guerra Fría entre 1945 y 1991) para designar lo que se interpreta como un conflicto político, ideológico, informativo, social y militar en el siglo XXI, lo cual terminó la llamada era post-Guerra Fría. Desde esta visión, se verían las tensiones entre potencias como estructuradas dentro de grandes bloques de poder geopolíticos opuestos; en uno se encontraría Occidente y la OTAN (liderado principalmente por Estados Unidos y Reino Unido, en el que la Unión Europea tendría un papel de poder blando) y el otro (Oriente) estaría formado por un lado por China y por otro lado por Rusia (partidarios del poder duro, y que podrían ocasionalmente tener intereses similares o ir por separado, según el caso). Se incluyen acciones propias de guerra híbrida (como los ciberataques) y guerras subsidiarias (como Libia, Siria, Ucrania o Irán). La rivalidad además de geopolítica también sería de carácter económico, militar, cultural y tecnológico. El conflicto se evidenció a raíz de la invasión de Irak de 2003, para la cual Estados Unidos desplegó bases militares en los países de Asia Central, anteriormente bajo la influencia rusa, los cuales son ricos en gas y petróleo. Occidente desarrolló a su vez políticas tendientes a permitir la ampliación de la OTAN para incluir varios Estados postsoviéticos que compartían frontera con Rusia. En respuesta y, para lograr una forma de equilibrio, Rusia hizo una serie de maniobras en las que contribuyó el hecho de que la guerra de Irak generó un alza en los precios del gas natural y del petróleo, fortaleciendo a Rusia puesto que era una de los más grandes productores de ambos recursos. El país desarrolló lazos de cooperación con China y otros estados de Asia dentro del marco de la Organización de Cooperación de Shanghái, con el objeto de proteger sus intereses energéticos. En un discurso en febrero de 2007, el presidente ruso Vladímir Putin acusó a los Estados Unidos de «arrojar al mundo en un abismo de conflictos permanentes» e intentar crear un «mundo unipolar» gobernado por Washington. Esta declaración fue la respuesta a las medidas tomadas en Washington para instalar un escudo antimisiles que según Estados Unidos no tenía la intención de apuntar a Rusia sino la de defender a Europa de ataques provenientes de Corea del Norte e Irán. Esta explicación no satisfizo a Rusia que vio los intentos estadounidenses de expandir la OTAN como parte de una política para contener y rodear a Rusia. Tras la adhesión de Crimea a Rusia en 2014, Rusia invadió Ucrania en 2022 con el casus belli de la violación de los Tratados de Minsk, la posible adhesión de Ucrania a la OTAN, la, según Vladímir Putin, “nazificación” de Ucrania y un presunto genocidio en el Dombás. Entre tanto, Estados Unidos, Reino Unido y Australia formaron una nueva alianza militar diseñado para contrarrestar la influencia de China en la región del Indo-Pacífico: el llamado “AUKUS”. Por otra parte, la contienda entre los Estados Unidos y China esta encuadrada dentro de una puja para obtener un cierto dominio en el campo tecnológico, lo cual le permitiría a la potencia dominante afianzar su posición estratégica a largo plazo.


 Estados con bases militares estadounidenses (rojo) o rusas (azul).

Historia

Inicio

Meses después del inicio de la invasión y ocupación estadounidense de Afganistán, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, situó a Irak como eje del mal, un término reminiscente al Eje Roma-Berlín-Tokio o equiparable al Telón de Acero durante la Guerra Fría. Además acusó al gobierno de Sadam Husein de tener armas de destrucción masiva, y de tener vínculos con Al Qaeda, vínculos que tampoco se han podido confirmar. En el 2007 Alan Greenspan, expresidente del banco central estadounidense (la Reserva Federal), aseguró en su libro de memorias que el verdadero motivo para invadir Irak no eran las razones expresadas públicamente, que eran relativas a las supuestas armas de destrucción masiva y acabar con las supuesta relación entre el gobierno baasí iraquí y la organización guerrillera Al Qaeda, sino controlar las reservas de petróleo y evitar que la Unión Europea o potencias emergentes como China e India se acercaran a esas gigantescas reservas de petróleo. Tras presionar al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con la presentación de supuestas pruebas, para que aprobara una resolución apoyando explícitamente la invasión, el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, obtuvo el apoyo de un grupo de países para formar una alianza para invadir Irak con el fin de derrocar al gobierno de Sadam Husein. Esta coalición, que se autodenominó Coalición de la voluntad, estaba formada por los gobiernos de Estados Unidos, el Reino Unido, España, Portugal, Italia, Polonia, Dinamarca, Australia, Hungría y Ucrania. Francia, Alemania, China y Rusia manifestaron su oposición a medidas de fuerza contra Irak y fueron partidarios de una salida negociada a la crisis. Francia, Rusia y China, miembros permanentes del Consejo de Seguridad, abogaban por la continuidad de la labor de los inspectores y anunciaron su intención de vetar cualquier documento que legitimase explícitamente el ataque. Durante estas demostraciones se produjeron varios roces entre Estados Unidos y los países que se oponían a la invasión. Pero, al final, los que se oponían a la guerra cedieron y se mantuvieron neutrales desde el inicio de la invasión.

Multiplicación de conflictos en Oriente Próximo



Un gráfico circular que muestra los gastos militares mundiales por país para 2019, en miles de millones de dólares estadounidenses, según el SIPRI.

En 2011 daba comienzo la Guerra Civil Siria, en donde las Fuerzas Armadas de Siria del gobierno del presidente sirio, Bashar Al-Asad respaldado por Rusia se enfrentaban contra los grupos armados rebeldes de diversa índole, conocidos en Occidente como la «oposición siria» o «Ejército Libre de Siria» respaldados principalmente por Estados Unidos y Arabia Saudita. El conflicto sigue presente hasta el día de hoy. En 2015 un nuevo actor se hizo presente: el Estado Islámico, una organización terrorista, que invadió Siria y se enfrentó tanto a las fuerzas gubernamentales de Siria como al Ejército Libre de Siria, logrando tomar en mayo de 2015 el control de la frontera entre Siria e Irak. Ante tal hecho, Rusia se declaró en contra del Estado Islámico. Entre 2015 y 2019 tanto Rusia como Estados Unidos y sus aliados realizaron bombardeos en los territorios controlados por el Estado Islámico. A principios de febrero de 2019 las fuerzas kurdas sirias respaldadas por la aviación de la coalición extranjera liderada por EE.UU lanzaron un asalto final contra el último reducto del Estado Islámico en Baghuz, en el este de Siria. Finalmente el 22 de marzo del mismo año las fuerzas kurdas lograron tomar el reducto y con ello estas fuerzas al igual que la Casa Blanca declararon a Siria libre de la presencia del ISIS y con ello la victoria sobre la organización terrorista en Siria. No obstante el conflicto en Siria continua y Turquía (miembro de la OTAN) quiere aumentar su influencia en Siria sobre todo por el conflicto turco-kurdo. En la disputa regional entre Irán y Arabia Saudí, Rusia y China apoyan a Irán, mientras Estados Unidos y Reino Unido apoyan a Arabia Saudita e Israel.

Guerra ruso-ucraniana (2014-actualidad)

La guerra ruso-ucraniana es un conflicto bélico actualmente en curso entre la Federación de Rusia y Ucrania. Se acrecentó tras el tenso período de la crisis ruso-ucraniana de 2021-2022 y estalla el 24 de febrero de 2022 con la invasión rusa de Ucrania. Esta confrontación comenzó en 2014 y ha tenido varias etapas entre las que se destacan la anexión de Crimea a Rusia y la guerra del Dombás que comenzó ese mismo año y aún sigue en progreso. Las manifestaciones de Euromaidán que marcan el inicio del conflicto ruso-ucraniano que comenzó en noviembre de 2013 en Kiev, la capital ucraniana, debido a la suspensión de la firma del Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea. El 22 de febrero de 2014, tras varios meses de protestas y disturbios y tras el llamado Jueves Negro (20 de febrero) en el que murieron más de 60 manifestantes, los opositores tomaron las riendas del país y ocuparon las principales instituciones con sede en Kiev. Tras la huida del presidente Víktor Yanukóvich en dirección desconocida, la Rada Suprema tomó el control del país en ausencia de buena parte de sus miembros y Oleksandr Turchínov asumió la coordinación del Gobierno y la presidencia del Parlamento, cayendo así el gobierno de Víktor Yanukóvich que luego reaparecería en Rusia. La Rada Suprema destituyó del cargo al huido Yanukóvich por el abandono de sus funciones constitucionales y tomó el control del país votando la vuelta a la Constitución de 2004, acordada el día anterior. El 23 de febrero, el jefe del grupo parlamentario del Partido de las Regiones del expresidente, Aleksandr Yefrémov, responsabilizó a Yanukóvich del saqueo del país y del derramamiento de sangre. Rusia no reconoció este gobierno como autoridad legítima de Ucrania y declaró que lo ocurrido fue un «golpe de Estado». En consecuencia, el Congreso de diputados y gobernadores regionales del Este y Sur de Ucrania hicieron un llamamiento a la resistencia y acusó a la oposición de incumplir el acuerdo de paz que había sido firmado el 21 de febrero con el huido presidente. A partir de entonces, residentes de la mitad suroriental de Ucrania se manifestaron en contra del nuevo gobierno de Kiev. Por su parte, la crisis de Crimea de 2014 comenzó en febrero de ese año cuando el gobierno regional realizó el referéndum sobre el estatus político de Crimea. Entonces se produjo una intervención militar, donde las Fuerzas Armadas de Rusia se desplegaron en la península de Crimea (incluyendo Sebastopol) con el objetivo de garantizar la integridad de los ucranianos prorrusos habitantes de Crimea y las bases rusas estacionadas allí, hasta que se normalizara la situación socio-política; desoyendo las advertencias de no invadir lanzadas por Estados Unidos y Kiev. Así, el 17 de mayo, fue proclamada la independencia de la República de Crimea y al día siguiente fue aprobada la adhesión de Crimea a Rusia. Esto fue rechazado por la Unión Europea, Estados Unidos y otros países, mientras fue apoyado por Bielorrusia, Corea del Norte, Siria, Nicaragua y Venezuela; la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante su resolución 68/262, rechazó la incorporación de Crimea. En los días posteriores, las tropas militares ucranianas se enfrentaron en contados incidentes con el ejército ruso hasta finalmente replegarse y hacer abandono de la península, aunque el gobierno de Kiev aún considera Crimea como parte de los territorios temporalmente ocupados de Ucrania. Entre tanto, la guerra del Dombás comenzó el 6 de abril de 2014. El gobierno interino de Ucrania inició un operativo armado contra los grupos separatistas rusófonos del este de Ucrania tras la anexión de Crimea. Las tropas ucranianas lanzaron una operación antiterrorista. En el mes siguiente fueron realizados los referéndums sobre el estatus político de Donetsk y Lugansk por parte de los separatistas regionales que formaron la confederación de Nueva Rusia, un efímero Estado que sería disuelto en mayo de 2015. 

Aumento de la tensión sino-estadounidense (desde 2017)




La guerra industrial comercial entre China y los Estados Unidos es un conflicto comercial iniciado en marzo de 2018, después de que el expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump anunciase la intención de imponer aranceles de 50 000 millones de dólares a los productos chinos bajo el artículo 301 de la Ley de Comercio de 1974, argumentando un historial de «prácticas desleales de comercio», robo de propiedad intelectual y una transferencia forzada de tecnología americana a China. En represalia, el gobierno de la República Popular China impuso aranceles a más de 128 productos estadounidenses, incluyendo en particular la soja, una de las principales exportaciones de Estados Unidos a China.

Crisis de Huawei

La Crisis de Huawei se deriva de un conflicto de carácter político-comercial iniciado a principios de 2018 y actualmente vigente, en el que el gobierno de Estados Unidos acusa a la empresa china Huawei de espionaje y ciberespionaje utilizando su infraestructura y tecnologías para obtener acceso a secretos industriales, datos de los usuarios y otra información confidencial de varios países que serían divulgadas al gobierno chino. Actualmente estos señalamientos no han sido probados por el acusador, no obstante algunas leyes gubernamentales de la República Popular China exigen a las empresas brindar asistencia con el trabajo relacionado con la seguridad del Estado, lo que podría explicar parcialmente los motivos señalados por el gobierno de Estados Unidos para imponer bloqueos comerciales a la empresa. Desde 2019, el gobierno de Estados Unidos encabezado en ese entonces por Donald Trump inició un boicot internacional, recomendando, advirtiendo y algunas veces amenazando a diversos países de Europa y Oceanía principalmente, a cortar cualquier vínculo comercial con la empresa china. Este conflicto tuvo algunas repercusiones de gran alcance, por ejemplo el 1 de diciembre de 2018, cuando Meng Wanzhou, directora ejecutiva y heredera de Huawei fue arrestada en Vancouver, Canadá bajo cargos por presunto fraude, conspiración y usurpación, y en mayo de 2019 cuando el gobierno de Estados Unidos incluyó en su lista de entidades (Entity List) a la empresa china con el argumento de preservar la seguridad nacional estadounidense, lo que propició principalmente, que empresas norteamericanas como Google y Microsoft se vieran obligadas a cortar vínculos comerciales con Huawei, y a su vez provocando pérdidas económicas para la empresa china.

AUKUS

AUKUS (en inglés: Australia-United Kingdom-United States) conocido también como Aukus, es una alianza estratégica militar entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos, que se anunció públicamente el 15 de septiembre de 2021 para la región del Indo-Pacífico. Según el pacto, Estados Unidos y el Reino Unido ayudarán a Australia a adquirir submarinos de propulsión nuclear. Aunque el anuncio conjunto del primer ministro australiano Scott Morrison, el primer ministro británico Boris Johnson y el presidente estadounidense Joe Biden no mencionaron ningún otro país por su nombre, fuentes anónimas de la Casa Blanca han elegado que está diseñado para contrarrestar la influencia de China en la región del Indo-Pacífico. Sin embargo, Johnson dijo más tarde al parlamento que la medida no tenía la intención de ser contradictoria con China. El 17 de septiembre de 2021, Francia, aliada de los tres países, retiró a sus embajadores de Australia y Estados Unidos; el ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian, calificó el pacto como una «puñalada por la espalda» tras la cancelación por parte de Australia de un acuerdo de submarinos franco-australiano por valor de 56 000 millones de euros (90 000 millones de dólares australianos) sin previo aviso, poner fin a los esfuerzos para desarrollar una asociación estratégica más profunda entre Francia y Australia.

Respuesta de la Unión Europea

En medio de la tensión diplomática entre Rusia y la UE y la intensificación de la rivalidad entre China y Estados Unidos, la UE comenzó a debatir la noción de autonomía estratégica, que exige a la organización defender su soberanía y promover sus intereses de manera independiente. Dicha autonomía suele vincularse a la defensa, pero podría ir más allá, teniendo en cuenta que a nivel internacional las capacidades económicas y tecnológicas han ganado relevancia. Sin embargo, varios líderes europeos aspiran a dotar a la UE de las capacidades militares que consideran necesarias para garantizar su defensa en pos de conseguir la autonomía estratégica. Entre tanto los gobiernos estadounidenses de Donald Trump (2017-2021) y Joe Biden (2021-actualidad), asumieron una postura de relativa ruptura respecto a la UE y los Estados miembros de la organización, lo que ha generado una «pérdida de confianza» en la relación bilateral dentro de la clase política y la opinión pública en la UE. Paralelamente las nuevas relaciones eurobritánicas, tras el referéndum y posterior salida del Reino Unido de la UE en 2020, se han desarrollado en medio de un reforzamiento de la angloesfera que ha chocado con algunos intereses de la UE.

El contexto de las potencias

Potencias en 2018 (según el instituto Clingendael)

• Potencias mundiales que cumplen con todos los criterios: Alemania, Estados Unidos, Francia, India, Japón y Reino Unido.

• Potencias mundiales con un puntaje Libertad en el mundo insuficiente: China y Rusia.

• Potencias intermedias consolidadas: Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Corea del Sur, Chile, Dinamarca, España, Finlandia, Italia, Noruega, Países Bajos, Perú, Suecia y Suiza.

• Potencias intermedias emergentes: Argelia, Angola, Arabia Saudita, Bangladés, Colombia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Filipinas, Grecia, Indonesia, Irak, Kazajistán, Kuwait, Malasia, Marruecos, México, Nigeria, Pakistán, Polonia, Portugal, República Checa, Rumania, Sri Lanka, Sudáfrica, Tailandia, Turquía, Ucrania y Vietnam.

Potencia es un concepto de las relaciones internacionales que designa al Estado que actúa en ellas con protagonismo propio y que dispone de los recursos y de las capacidades necesarias para movilizarlos en defensa de reglas establecidas por sí mismo. No obstante, para referirse a este concepto, la ciencia política utiliza los términos “potencia” y “poder” (idénticos en lengua inglesa -power-). Otra conceptualización que intenta avanzar más allá de la dimensión del poder propia de los criterios tradicionales, es la referente al denominado “poder blando”. Este término hace referencia a la habilidad para influir en el comportamiento de otros Estados mediante la cooptación y la atracción, en lugar de recurrir a la coerción o a la implementación compensaciones, que son mecanismos propios del “poder duro”. Si se considera que la geopolítica tiene un componente geoeconómico sustancial, algunos actores tienen la oportunidad de desempeñar un papel en cuestiones clave como el comercio internacional, la regulación y el derecho de la competencia. Así por ejemplo, instrumentos tradicionales de la Unión Europea, considerados como “poder blando”, podrían ser explotados como “poder duro”. En cuanto al “poder potencial” (recursos), paradójicamente es posible encontrar situaciones en que Estados con vastas capacidades en este sentido no logran alcanzar sus objetivos de poder. Atendiendo a su dimensión geoestratégica se habla de superpotencias, potencias mundiales (grandes potencias), potencias regionales, potencias intermedias, etc, aunque otros agentes no identificados como Estados también participan en las relaciones internacionales y son tenidos en cuenta en el equilibrio de potencias. Tales serían las organizaciones internacionales (formadas por Estados que no ceden soberanía, sino que se coordinan en ellas, como en la ONU, o forman alianzas, como en la OTAN) y las organizaciones supranacionales (en las que los Estados ceden soberanía, como en la Unión Europea). Otras son corporaciones multinacionales de naturaleza privada, u organizaciones no gubernamentales (ONG). Distintas instituciones, desde religiosas hasta terroristas tienen o han tenido históricamente papel de potencias internacionales. 

Unipolar, bipolar y multipolar

Tras el colapso de la Unión Soviética… Estados Unidos trató de hacer algo que ningún imperio había hecho jamás: ejercer una hegemonía completa por sí solo. Falló. Así que ahora tiene que lidiar con las realidades de un imperio chino que ayudó a empoderar a principios de la década de 1970”.
John Keane (2021).

El coronavirus ha desequilibrado el mundo, hay un desorden multipolar dominado por la rivalidad EE.UU.-China”.
Josep Borrell (2020).

Diferentes visiones y enfoques han sido propuestos por diferentes autores, a efectos de definir y caracterizar el poder en este periodo. Uno de los primeros en abordar esta temática fue el politólogo estadounidense Zbigniew Brzezinski, quien consideró que el mundo de la era post-Guerra Fría constaba de dos categorías de estados: “los vasallos y los tributarios de Estados Unidos”. En su libro titulado El gran tablero de ajedrez: América y el resto del mundo (1997), describe a su país como la única potencia que tiene una supremacía incuestionable y simultánea en los cuatro más importantes dominios (militar, económico, tecnológico, y cultural), ya que luego de disolución de la Unión Soviética, Rusia no logró cubrir la laguna dejada por el gigante socialista desaparecido. Sin embargo, ya en los años 2010, Brzezinski pasó ha mostrarse partidario del orden tripolar con Estados Unidos, Rusia y China como solución a la supuesta anarquía en relaciones internacionales, como consecuencia de la decadencia de los Estados Unidos. Los tres principales poderes dominantes podrían de esta forma cooperar para lograr la estabilidad global. Según esta visión, Estados Unidos ya no tiene las condiciones que tuvo antes de imponer fácilmente su unilateralismo mundial. Todos los organismos internacionales surgidos de la Segunda Guerra Mundial están en una encrucijada por los nuevos centros de poder, y Estados Unidos puede tener resistencias a aceptar ese nuevo orden. En este sentido, el autor estadounidense Michael Klare ha estimado que el nuevo orden mundial rompe con el paradigma de la Guerra Fría, porque las tres potencias pueden cooperar para hacer valer sus respectivas esferas de influencia, aunque como posibles riesgos señala el de la militarización. Así mismo, el politólogo estadounidense Graham Allison ha señalado que el siglo XXI será de un equilibrio de poderes como Estados Unidos no había conocido, China ahora es el principal motor de la economía mundial, con grandes proyectos de alto impacto como la Nueva Ruta de la Seda y del Collar de Perlas (geopolítica), y con varias de las principales empresas de tecnología en el mundo, por esto Allison asegura que muchos de los compromisos de Estados Unidos para con sus aliados no son sostenibles, tomando en cuenta su propia seguridad, para Allison seguir compromisos irrealizables es lo que ha causado los fracasos de la política exterior de Estados Unidos en Medio Oriente. Además, cada vez es mayor el número de observadores que consideran a China como una superpotencia internacional, a la par que ven en los Estados Unidos indicios de deterioro y de retroceso. Tal es el caso del analista Timothy Garton Ash quien en 2020 aseguró que los Estados Unidos solamente podían aspirar a ser “un país líder en una red poshegemónica de democracias… he dicho uno, no el país líder”. Garton Ash resaltó la “diferencia importante con el principio de este siglo, cuando la hiperpotencia estadounidense parecía dominar el planeta como un coloso”. Sylvain Allemand y Jean-Claude Ruano-Borbalan por su parte, opinaban en 2008 que Estados Unidos no buscaba ni busca dominar intencionalmente al mundo, sino simplemente lo que por encima de todo quiere es proteger sus intereses y preservar su seguridad. Y dentro de esta lógica, los atentados del 11 de septiembre de 2001 lo que provocaron fue un reforzamiento de las intervenciones americanas en el mundo, con la finalidad casi exclusiva de mejorar la seguridad dentro de fronteras, llevando conflictos y fricciones a otras partes. Y es que la degradación del bloque comunista y la incapacidad de la Unión Europea para organizar su autonomía estratégica, de una u otra forma favorecieron la supremacía estadounidense hegemónica posterior a 1990. Por su parte, el periodista británico Martin Jacques señaló en 2016 que las economías occidentales se encuentran en una fase de estancamiento, parecida a una “década perdida” que no tiene un punto de fin claro, por ello el reorden geoestratégico y geoeconómico sigue a las relaciones que se desarrollan entre las grandes potencias. La globalización, al inicio promovida por occidente, era a su juicio aprovechada por China mientras Estados Unidos y Europa resienten sus efectos negativos con consecuencias (Por ejemplo el Brexit). Por último, el autor consideraba que desde China también se promovía el multilateralismo como solución a los problemas de la gobernanza global. Jean-François Revel por su parte, enfatizó sobre lo inútil y lo superfluo del concepto de hiperpotencia, forjado en 1999 por el entonces Ministerio de Asuntos Exteriores francés Hubert Védrine, ya que el término « superpotencia » ya existía con anterioridad y se encontraba bien caracterizado, y ya que el prefijo griego « hyper » significa exactamente lo mismo que el prefijo latino « súper ». Entre tanto Rusia y China han aumentado su cooperación militar y económica en los últimos años, buscando su espacio de cooperación y alianzas regionales, esto a juicio de analistas, como Alfredo Jalife, se debe a la intención de promover un frente estabilizador que se contraponga a Estados Unidos, para pasar de la hegemonía estadounidense a un sistema multipolar, o de equilibrio de poderes, específicamente tripolar. Este sería el realineamiento geopolítico de las superpotencias más importante desde el acercamiento de Nixon a China en los años 70.

Choque de civilizaciones

El choque de civilizaciones es el nombre que recibe una teoría acerca de las relaciones internacionales propuesta por Samuel P. Huntington como respuesta al libro El fin de la historia y el último hombre de Fukuyama y con fundamento en la distribución de las grandes religiones. Esta teoría describe la existencia actual de nueve civilizaciones: subsahariana, latinoamericana, sínica, hindú, budista, nipona, occidental, ortodoxa e islámica. Según este autor, durante la guerra fría los países se relacionaban con las dos superpotencias como aliados, satélites, clientes, neutrales o no alineados; sin embargo, al acabar la primera guerra fría los países se relacionarían como estados miembro de cada civilización, como estados centrales, países aislados, países escindidos o países desgarrados. Para Huntington las relaciones entre estas variarán normalmente de lo distante a lo violento, situándose la mayoría de las veces entre ambos extremos, siendo la confianza y la amistad raras. Ante la emergencia económica de China, India y un eventual retorno del poderío militar de Rusia y otras naciones como Turquía Huntington vislumbraba una nueva guerra fría fundamentada en el concepto del choque de civilizaciones. Este autor consideraba que históricamente ya han existido guerras frías entre civilizaciones desde la antigüedad e, incluso, Huntington llega a catalogar a la Primera Guerra Fría como un conflicto de choque de civilizaciones más entre la civilización Occidental y la civilización eslavo-ortodoxa usando en ese entonces la ideología del comunismo de manera instrumental en contra del capitalismo de occidente. Huntington auguraba conflictos durante el siglo XXI en líneas de fractura o conflictos entre estados centrales de cada civilización en graduaciones que van desde guerras regionales, guerra fría y hasta la guerra mundial. En el caso Ucraniano Huntington desde 1996 lo clasificaba como un país escindido conteniendo una línea de fractura dentro de su territorio entre la civilización Occidental y la civilización eslavo ortodoxa, los llamados proocidentales contra los prorrusos desde los inicios de la década del 2010. En un artículo de Fernanda Paúl para la BBC el profesor de teología ecuménica Thomas Bremer el patriarca ruso Cirilo I de Moscú «ve la guerra con Ucrania como una especie de guerra cultural entre una concepción occidental de la vida y una concepción oriental de la vida». Para el sacerdote ortodoxo ucraniano Cyril Hovorun «Kirill le ha proporcionado a Putin ideas, ideología». Cirilo I de Moscú, al igual que Putin, comparten la visión de un «Russkiy Mir o Mundo Ruso» donde los ucranianos y rusos son «un mismo pueblo» y que «sin el aporte de la Iglesia ortodoxa rusa, la guerra hubiera sido imposible porque de esta forma se justifica». Así mismo, ya desde 1996 Huntington preveía que cuando China tuviese el suficiente poder económico y militar frente a Occidente este se vería tentada de anexarse Taiwán. Como solución parcial para los conflictos del siglo XXI Huntington proponía disolver el esquema del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para reconformarlo con nueve sillas con poder de veto en representación de cada una de las civilizaciones.

Referencias

• Sodupe, Kepa.: “La estructura de poder del sistema internacional: del final de la Segunda Guerra Mundial a la posguerra fría”. (2002).

• Amin, Samir.: “Por un mundo multipolar”. (2005).

• De Keersmaeker, Goedele.: “Polarity, Balance of Power and International Relations Theory”. (2017).

• Boris Mamlyuk.: “The Ukraine Crisis, Cold War II, and International Law”. (2015).

Fotografías: créditos a quien corresponda.

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