LOS GRANDES FRACASOS DE NACIONES UNIDAS.

   La ONU. Durante varias generaciones hemos crecido con la esperanza de que se solucionen conflictos étnicos por medio del diálogo y de forma pacífica. Pero no siempre sucede esto; a continuación se presentan casos particulares en los que la ONU no funciona como debe ser.
Ernesto Russo.


La organización de las Naciones Unidas (ONU). No cabe duda de que es un organismo que merece el reconocimiento internacional. Es un foro de diálogo y discusión, en el que el mantenimiento de la paz ha sido su principal objetivo. Sin embargo, algunos casos han cuestionado gravemente la vigencia y la sostenibilidad de este organismo. En las últimas décadas, se han notado las grandes limitaciones que enfrenta un organismo demasiado burocrático y poco efectivo a la hora de tomar decisiones. Muchas veces, su participación ha llegado demasiado tarde o ha estado muy poco preparada para enfrentar complejos conflictos. Además, después de 7 décadas como organismo para la paz mundial, la ONU no ha podido ganarse su autonomía ni ha podido trascender las grandes críticas que lo acechan. Naciones Unidas fue creada para establecer y mantener la paz en el mundo, para proteger los derechos humanos y para salvaguardar el derecho internacional. En sus 70 años de historia, la ONU ha tenido un récord largo de éxitos en la resolución de conflictos. Ha participado en más de 60 misiones de campo y negociado alrededor de 172 acuerdos de paz. Actualmente, hay 16 operaciones de mantenimiento de la paz en el mundo, con 123 países que contribuyen con policía, expertos militares o tropas. Sin embargo, la efectividad de este organismo es cuestionada (no solo por los mecanismos institucionales internos, como el poder de veto del Consejo de Seguridad) por su falta de credibilidad a la hora de aplicar sanciones. El más reciente caso es Corea del Norte, que tras múltiples ensayos nucleares, Naciones Unidas no ha podido implementar sanciones que impidan que Kim Jong-un siga usando barcos, aviones y el sistema financiero internacional para continuar con su programa balístico. Otros casos incluyen China-Taiwán o la invasión rusa de Ucrania, entre otros conflictos actuales. A pesar de las grandes aportaciones del organismo internacional más importante para la promoción de la paz, existen casos históricos en los que la ONU falló gravemente. En estos casos, sobresale por el papel tan insignificante que jugó en la resolución de los conflictos y, de hecho, en algunos otros, por llevarse la culpa de las consecuencias que le siguieron a la intervención de este organismo, como en el caso de Srebrenica en 1995. La participación que tuvo la ONU en Timor Oriental dejó muchas preguntas sobre el funcionamiento de este organismo; en la guerra de Bosnia, se cuestionó su capacidad material y de entrenamiento de los cascos azules, el conflicto en Siria nos deja preguntándonos si no son otros organismos, como la OTAN, más efectivos. Y, finalmente, el actual caso, que no acaba de solucionarse ni de sancionarse, son las múltiples denuncias de los cuerpos azules involucrados en prostitución y actos de violación sexual a mujeres y niños; lo que deja que se cuestionen los principios que sostienen al organismo y que parece que poco hecha en práctica. No cabe duda de que Naciones Unidas es un organismo por el que la comunidad internacional ha de sentirse orgullosa; sin embargo, los múltiples fracasos de este organismo en la resolución de conflictos de su historia aún generan grandes inquietudes sobre su efectividad. La incapacidad actual de hacerle frente a las acusaciones en contra de las tropas francesas en la República Africana Central deja ver a una organización que aún tiene deficiencias institucionales y profundas fallas a la hora de actuar. En este apartado recorreremos algunos de los casos más importantes en los que la ONU no pudo establecer o llegar a un acuerdo de paz. 

El caso de Timor Oriental: el país del que nada sabemos



Naciones Unidas tiene una larga lista de misiones exitosas, no obstante existe una serie de intervenciones en las que se hizo notar sus deficiencias burocráticas a la hora de actuar. La situación de Timor Oriental en la década de 1990 es muestra de ello. Timor Oriental fue el escenario de una gran oleada de violencia en el transcurso de casi 4 décadas. La violencia, que finalmente llamó la atención internacional, tuvo lugar en el contexto de un referéndum sobre el estatuto político de este país y llevado a cabo por la Organización de Naciones Unidas (ONU). Entre principios de enero y finales de octubre de 1999 se vivió una de las oleadas más sangrientas del país. Miles de civiles fueron asesinados y muchos otros fueron sometidos a torturas y malos tratos. La violencia masiva que surgió en Timor Oriental se puede explicar por su contexto histórico. En 1975, como parte de un proceso de descolonización portuguesa declaró su independencia el 29 de diciembre. No obstante, fue pronto invadida por la vecina indonesia, que la anexó y la convirtió en la vigésimo séptima provincia. La condición política del territorio invadido, antes de que su independencia pudiera ser reconocida internacionalmente, estuvo caracterizada por continuos enfrentamientos y grandes disputas. La resistencia se mantuvo; sin embargo, como el Frente Revolucionario de Timor Independiente era un partido de corte izquierdista, tanto Estados Unidos, como Australia, ignoraron la anexión y Naciones Unidas no actuó inmediatamente, solo no reconoció la anexión de Indonesia. Estos años, en los que hubo una gran resistencia de los timorenses, Indonesia implementó una política de genocidio. El ejército, además, bombardeó las aldeas y destruyó la mayor parte de los bosques. El gobierno de Indonesia se caracterizó por cometer violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos y, a pesar de las denuncias internacionales en contra de los abusos del gobierno, la ONU, en particular, no tomó medidas concretas. Hasta 1999 llegaron las fuerzas para el mantenimiento de la paz, cuando en un proceso de consulta popular se votó por la independencia inmediata, lo que despertó una nueva oleada de violencia en el país. Quedó, entonces, a cargo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas establecer una Administración Transicional de Naciones Unidas de Timor Oriental (UNTAET) con un mandato que duró casi 3 años. Por un lado, la presencia de fuerzas para el mantenimiento de la paz llevó mayor seguridad, aunque una de las grandes críticas es que la ONU, como en muchos otros casos, llegó muy tarde. Se cree que si la ONU hubiera llegado antes de las elecciones el descontrol social pudo haberse minimizado. Ajiza Magno, activista timorense, de hecho argumenta que a medida que se acercaban las elecciones, comenzó una serie de intimidaciones a los timorenses y la población pidió a la ONU que enviaran agentes para protegerlos. Sin embargo, no fue hasta después de la oleada sangrienta (y con extranjeros en peligro) que Naciones Unidas envió a UNTAET. Otro de los mayores problemas durante la intervención de la ONU fue no permitir el derecho del pueblo timorense a reconstruir su país y a tener la libertad de participar en los procesos de toma de decisiones que se estaban llevando a cabo. Todo el aparato de gobierno estuvo en manos de la ONU y poco se le compartió a los timorenses sobre los cambios estructurales del gobierno. Magno recalca que la “burocracia fue opaca y confusa” en este periodo. UNTAET, en este sentido, tuvo prioridades distintas a las de la población, que hubieran preferido carreteras y la promoción del mercado local a la canalización internacional de recursos para atraer turistas e importar capital extranjero. Después de dos intervenciones de Naciones Unidas, la última en 2006, Timor Oriental sigue siendo un estado pobre y frágil. ¿Qué tan efectivos son las misiones de la ONU?. 

Resultado: 100.000 a 300.000 muertos.

La imposición de la paz en Bosnia (1995)



Uno de los casos en los que Naciones Unidas falló indiscutiblemente fue en la antigua Yugoslavia. La intervención de 1995 puso en evidencia la capacidad operativa de Naciones Unidas, por su poca capacidad de discernir en el campo de acción. Tradicionalmente, el propósito de las misiones de paz de Naciones Unidas era el apoyar y mantener un ambiente estable para negociaciones de paz y para un acuerdo durable. Tras el fin de la Guerra Fría y el éxito de la Guerra del Golfo, se propuso una forma más robusta y fuerte de desarrollar misiones de paz. El secretario general Boutros Boutros-Ghali propuso que las unidades manejaran armamento pesado y que fueran capaces de usar una fuerza militar activa para forzar a los beligerantes a aceptar un ambiente estable y pacífico. La misión de paz en la antigua Yugoslavia fue la primera operación de este tipo; para enero de 1995 el sistema operativo de Naciones Unidas, entre una estrategia tradicional y una nueva (mucho más agresiva) resultó absolutamente contradictorio. ¿Por qué falló la misión? Por la inhabilidad de Naciones Unidas para detectar que venía una masacre, porque se dejaron manipular por las facciones y porque iban mal equipados. Después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados balcánicos de Bosnia-Herzegovina, Serbia, Montenegro, Croacia, Eslovenia y Macedonia se convirtieron en la República Popular Federal de Yugoslavia. Divisiones étnicas profundas mantuvieron a la región en constante conflicto. En 1991, Eslovenia, Croacia y Macedonia declararon su independencia. Los serbios en Bosnia, por su parte, buscaron formar un Estado serbio dominante en los Balcanes, por lo que a principios de mayo de 1992 lanzaron una ofensiva y bombardearon la capital de Bosnia, Sarajevo. En estos meses comenzó la “limpieza étnica”, con la expulsión de miles de bosnios del país. Para este entonces, la mayoría de los croatas había abandonado el país. Aunque se sospechaba que el conflicto se intensificaría, en un inicio las Naciones Unidas se negaron a intervenir y solo participaron con ayuda humanitaria a las víctimas. En principio, los cascos azules solo ayudaban a que los beligerantes estuvieran dispuestos a establecer un ambiente político y militar que llevara a la resolución del conflicto; sin embargo, en 1995, Naciones Unidas cometió uno de los errores más graves de su historia. En mayo de 1994, la ONU tenía a 33,000 tropas militares, 600 observadores y 3,000 administradores y staff en el campo. En Srebrenica, supuestamente un “refugio seguro”, determinado por Naciones Unidas, fue un escenario de la matanza de más de 8,000 hombres y mujeres musulmanes bosnios a manos de las fuerzas serbias y, en gran parte, debido a la poca preparación y el mal equipamiento de la ONU. Este es uno de los fracasos que más ha dañado la reputación de la ONU. Después de que los serbios se negaran a cumplir con el ultimátum de la ONU, en 1995, La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se unió a las fuerzas de Bosnia y Croacia. El genocidio en Bosnia es un claro ejemplo en el que la intervención de Naciones Unidas en lugar de aportar a la resolución del conflicto, en este caso, lo empeoró. Una de las grandes críticas fue el mal desempeño a la hora de calcular las amenazas. La mala preparación y las fuerzas mal equipadas dieron como resultado una de las masacres más terribles de la historia reciente. Algunos dicen que las únicas intervenciones en que se ha logrado acercamientos de paz significativos durante la década de 1990 se llevaron a cabo con la ayuda de la OTAN.

Resultado: más de 200.000 muertos y más de 1.000.000 de refugiados.

Recordando la tragedia: Ruanda y el fracaso de Naciones Unidas 




Los fracasos de Naciones Unidas en la década de 1990 son numerosos; uno de los más sobresalientes es el genocidio en Ruanda. En estos años, la ONU fue parcialmente responsable por la masacre de casi un millón de civiles y soldados en Ruanda, Bosnia y otros lugares. Las causas son complejas, unas bastante sencillas. Aunque, las fuerzas de paz percibieron que aumentaban las tensiones entre los Tutsi y el gobierno Hutu, en Ruanda, no trasmitieron a la comunidad internacional la gravedad de la crisis y, por lo tanto, no se tomaron decisiones que estuvieran a la altura del problema. En Ruanda, un brote de violencia que duró 100 días terminó en el asesinato de 800,000 Tutsis. Muchos responsabilizan a Naciones Unidas, Bélgica, Estados Unidos y Francia como los principales actores que pudieron frenar la masacre. Sin embargo, este conflicto arrastraba décadas de tensión en el país y solo los ruandeses pueden ser culpados totalmente por lo que sucedió. En 1994, Ruanda se componía de tres principales grupos étnicos: los hutus (85%), los tutsi (14%) y los Twa (1%). Mediante el uso de propaganda y la manipulación constante, los extremistas hutus, desde los puestos de gobierno, comenzaron a incitar a la violencia. La minoría tutsi era la casta dirigente tradicional, desde la historia de la monarquía y durante la colonia también, con los puestos administrativos y del ejército. Las diferencias tradicionales de casta estaban sustentadas más bien por una creencia, en la que los tutsi se sentían superiores a los hutus. Bajo un slogan de guerra, los extremistas lanzaron sus planes para terminar con la población civil tutsi. El genocidio de Ruanda se disparó con el derribo de un avión que transportada al presidente hutu Habyarimana, el 6 de abril de 1994. Durante 3 meses el país estuvo sumergido en una campaña de exterminio, que solo terminó cuando el grupo rebelde tutsi, el Frente Patriótico Ruandés, derrotó al régimen hutu y el presidente Paul Kagame subió al poder. La comunidad internacional fracasó en detener la masacre. Cuando comenzó la matanza, nadie quiso compartir la responsabilidad. El hecho de que Estados Unidos se haya negado a intervenir fue el escándalo definitivo de la administración de Clinton. El hecho fue que los ruandeses fueron abandonados por la comunidad internacional. Hay numerosos factores que condujeron a la inacción internacional, como una visión sesgada de los conflictos en África y el sistema burocrático de Naciones Unidas (Kofi Annan, al recibir una advertencia de lo que venía, no la transmitió al Consejo de Seguridad, por lo que durante el primer mes de la masacre, no se discutió el tema ni una sola vez en el Consejo). La mayor parte de las tropas de Naciones Unidas fueron sacadas del país después de que 10 soldados fueron asesinados. Algunos de los errores de Naciones Unidas fueron: 1) darle a Ruanda un asiento no-permanente en el Consejo de Seguridad antes de que el nuevo gobierno mostrara estabilidad; 2) ignorar las tensiones no resueltas en la Guerra Civil, que no permitían la cooperación y la unidad; 3) Naciones Unidas se concentró en sacar a expatriados, extranjeros y funcionarios de gobierno durante la masacre; 4) la decisión de reducir en un 90% el número de fuerzas de paz al comienzo de la masacre en Ruanda; 5) las fuerzas de paz dejaron vulnerables a miles de civiles que estaban refugiándose en sitios seguros, como escuelas y estadios y que fueron eventualmente masacrados; y (6) el fracaso de identificar como un genocidio los eventos sucedidos en Ruanda. A pesar de que los ruandeses son responsables de lo que sucedió, por la organización y la orquestación del genocidio, la comunidad internacional participó en este delito porque fallaron en prevenir y detener esta campaña sanguinaria. 

Resultado: 500.000 mil a 1.000.000 de muertos, 3.000.000 de refugiados.

La impunidad en el organismo de la paz: los casos de abuso sexual

Naciones Unidas fue creada para establecer y mantener la paz en el mundo, para proteger los derechos humanos y para salvaguardar el derecho internacional. Sin embargo, las acusaciones de abuso sexual cometidos por las fuerzas para el mantenimiento de la paz es uno de los casos que más han cuestionado la sostenibilidad de este sistema. Desde 2004, numerosas acusaciones de explotación sexual y abuso han salido a la luz. A pesar de que muchos reportes e investigaciones se han hecho, no ha habido una respuesta concreta para hacerle frente a esta situación. Con ello, Naciones Unidas ha dado una imagen de ser un organismo ineficaz, impune y poco capaz de dar soluciones claras. Las tropas para el mantenimiento de la paz deben ser protectores de las comunidades locales de los países en los que están sirviendo; la realidad es que se han convertido en promotores de inestabilidad y de inseguridad social. Muchos casos que han salido a la luz como parte de una práctica sistemática por las tropas de Naciones Unidas son de explotación sexual. En general, las tropas explotan su poder diferenciado en las poblaciones locales e intercambian comida, medicinas o dinero por prácticas sexuales. En este sentido, además, promueven un sistema de dependencia en las poblaciones locales. A pesar de las nuevas estrategias para eliminar los casos de abuso sexual por las tropas de Naciones Unidas, las acusaciones siguen surgiendo. Recientemente se acusa a la ONU de ignorar los reportes sobre las misiones en Congo, Haití, Liberia y Sudán del Sur (donde ha sucedido el 85% de todos los casos de abuso sexual). Las alegaciones, además, no son nuevas. Durante la década de 1990, en las misiones en los Balcanes, en Camboya y en Timor Oriental surgieron cientos de casos. Este problema incrementa el sufrimiento de poblaciones de sectores muy vulnerables y representa una amenaza para el sistema de misiones para el mantenimiento de la paz. En este sentido, la imagen y la credibilidad de Naciones Unidas están en juego. La impunidad y la incapacidad de esta organización para responder a las acusaciones y hacer responsable a los culpables representan uno de los grandes fracasos institucionales contemporáneos e incluso pone en riesgo la sostenibilidad de las misiones de paz en el largo plazo. 

Referencias

• Andrea Reed.

• Foreign Affairs Latinoamérica.

Fotografías: créditos a quien corresponda.


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